JoanManuel Serrat y Joaquín Sabina dieron una fiesta e invitaron a 10 milde sus más afortunados admiradores. Así fue la noche del domingo, en lasegunda de cinco fechas de la gira Dos pájaros de un tiro, en elAuditorio Nacional de esta ciudad. Enmás de dos horas de concierto ininterrumpido, ante un lleno total, loscantautores ibéricos celebraron tanto sus similitudes como susdiferencias, se expresaron amor y respetuo mutuo, bromearon, bailaron yhasta se besaron.
Ycantaron. De más de 30 canciones se formó el repertorio de lujo quecompartieron los dos poetas cantautores y que incluyó los respectivosgrandes éxitos de cada uno. Cada cual cantó de lo suyo y de lo delotro, pero los mejores momentos se dieron cuando unieron sus voces,alternándose la autoría de los temas.
Lamayoría de estos fueron interpretados a dúo —desde Tu nombre me sabe ahierba y No hago otra cosa que pensar en ti, de Serrat, hasta Peces deciudad y Pastillas para no soñar, de Sabina. Desde Penélope hastaRuido. Desde Esos locos bajitos hasta Por el boulevar de los sueñosrotos.
Cada cual tuvo su momento sublime en solitario. Serrat con su Mediterráneo; Sabina con su Princesa.
Entrecanción y canción, los dos pájaros fueron parlanchines,intercambiándose cariños disfrazados de mofas. Temprano en la nocheSabina dijo que "desde muy ‘escuincle’ [niño] quería ser Joan ManuelSerrat", a lo que este contestó, con cara de serio: "Yo también queríaser Joan Manuel Serrat". Después, el catalán le suplicó al público queaplaudiera mucho al andaluz, para darle vitalidad. "Este puede ser suúltimo concierto", dijo Serrat, aludiendo a los conocidos problemas desalud de Sabina —quien, no obstante, apareció lleno de energía y enmejor estado vocal que su ronco colega.
Dehecho, Sabina le inyectó algo de su propia energía a Serrat, quiensaltó y bailó como nunca hace en sus conciertos en solitario.
Unode muchos momentos especiales fue cuando Serrat comenzó a cantar ensolitario Aquellas pequeñas cosas. A mitad de canción, el tema adquirióun aire flamenco y el autor la terminó con Sabina y las dos coristas,intercalandole la rumba El muerto vivo, de Peret. La única canción noescrita por los protagonistas de la noche termina con un estribillo de"no estaba muerto, estaba de parranda" que fácilmente se le podríaaplicar a cualquiera de los dos.
Unmontaje dinámico —que comenzó con un chistosísimo video de un supuestoboletín noticioso, en que se informaba de la cancelación del concierto—complementó la actuación de los dos cantautores, acompañados por unaexcelente orquesta formada por ocho de los mejores músicos quenormalmente acompañan a Serrat y Sabina.
Unpúblico extasiado, que aplaudió, bailó y coreó casi todas lascanciones, exigió y recibió hasta cinco bises, entre las cuales seincluyó una tierna versión de Lucía y una jocosa interpretación de Ladel pirata cojo, con los dos vestidos de corsarios.
Másque "matar", el público pudo gozar de dos pájaros de un tiro, dosgrandes en un concierto histórico que para suerte de los mexicanos serepetirá tres veces más, hasta el 1 de noviembre. La gira continuará enSudamérica y concluirá en diciembre en Argentina, antes de que cadapájaro regrese a su nido.
Fuente: La opinión digital